Sevilla y Fray Bartolome de las Casas , 1552

Cuando en enero de 1552, Bartolomé de las Casas, con 78 años, se dirigía hacia su ciudad natal para su última instancia en ella, seguramente recordaría los años felices de su juventud como señorito de la clase media, su partida desde allí para Indias, en 1501, tras la ruina de su padre, el mercader Pedro de las Casas, como doctrinero recién tonsurado, y sus posteriores breves estancias, en 1507 camino de Roma; en 1515 y 1516 para iniciar su campaña indófila; en 1516 como procurador de los indios agregado por Cisners a sus comisarios jerónimos; la fugaz estancia en julio de 1517 al regresar fracasado de esta misión; su calvario en 1520 tratando inutilmente de reunir hombres y recursos para su intento de colonización pacífica en Cumaná; y su triunfo tras lograr la promulgación de las Nuevas Leyes, cuando en la suntuosa iglesia del convento dominico de San Pablo había sido consagrado Obispo de Chiapas el 30 de marzo de 1544.

Mucho sin embargo había cambiado la metrópoli andaluza en aquellos setenta años: la fortaleza medieval que en 1482 se oponía al reino moro de Granada, agitada por las luchas entre Ponces y Guzmanes, a cuyo último episodio bélico en su período de liquidación asistiera De Las Casas tras el motín de Figueroa, en 1520, se había transformado en la opulenta urbe comercial puerta de las Indias.

Su turbulenta nobleza, tras la expatriación a Rota de los Ponce, vencidos, y a sanlúcar de los vencedores, Guzmán, deseosos de ocultar el drama familiar en torno al tálamo de Doña Ana de aragón, sólo conservaba vanos títulos, habiendo sido sustituida en el gobierno de la ciudad por segundones aburguesados, conversos enriquecidos, y funcionarios reales de importación: y la riqueza fácil que había corrompido a jueces y funcionarios en Indias, había en Castilla seducido desde el omnipotente secretario real Francisco de los Cobos, recientemente fallecido, hasta casi todos los oficiales de la sevillana Casa de la Contratación.

Por otra parte, los más recientes acontecimientos habían empeorado gravemente la situación económica y social de Sevilla; grandes arriadas. 1544-1550 , y una devastadora plaga de langosta, 1547, habían encarecido los mantenimientos en un 40 % y faltaba el dinero, lo que acarreó espantosa miseria a las clases menesterosas y agobiantes estrecheces a las medias, incluidos los numerosísimos conventos de clausura, y la precaricación, el peculado y el cohecho, en la administración y la justicia, crecieron a tal grado que la Corona envió al austero consejero de Indias Hernán Pérez de la Fuente primero como visitador de la Casa de Contratación y después de la administración de Justicia en Sevilla y su territorio.