Anduve como pude hasta la primera luz, aquella casita junto a la playa. Y todavía recuerdo los ojos asombrados de la mujer que me abrió la puerta, atónitos y escandalizados porque me presenté absolutamente desnudo, ya ves, con lo vergonzoso que soy y en cueros, desnudado a manotazos por esa mujer enloquecida, embravecida, que a veces es la mar. Antes, …
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