Los historiadores particulares de Sevilla en aquel tiempo, así como los que escribieron despues de ellos, se deshacen en elogios y llaman la más peregrina máquina que humanos ojos habían alcanzado ver, el túmulo que en el crucero de la Catedral levantó la Ciudad de Sevilla para las honras de Felipe II, que se empezaron a celebrar en los dias 24 y 25 de noviembre de 1598. No dudamos que fuera grandioso, en su género, aquel monumento de lienzo, pasta papelon y madera con dorados, colorines y luces; pero también creemos que antes que la mano de los artistas dióle fama, en primer lugar, el mejor y más famoso de los soneros compuestos por Miguel de Cervantes, de cutos labios dice que lo oyó Francisco Ariño, quien se expresa acerca de él de la siguiente manera:
» En martes 29 de Diciembre, estando yo en la Santa Iglesia, entró un poeta fanfarron y dijo una octava sobre la grandeza del túmulo:
Voto a Dios que me espanta esta grandeza
Y que diera un doblón por describilla,
¿ A quién no le espanta y maravilla
esta máquina insigne, esta belleza?
Por Jesucristo vivo cada pieza
Vale mas que un millón, y que es mancilla
Que esto no dure un siglo, o gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y riqueza.
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar de este sitio hoy ha dejado
el cielo donde habita eternamente
Esto oyó un valentón, y dijo: es cierto
lo que dice, vuese, seo soldado,
y el que pensare lo contrario, miente,
Y luego en continente
caló el capelo y requirió la espada
Miró al soslayo, fuese y no hubo nada.
Este soneto que se ha hecho célebre por se la honra principal de los escritos del autor del Quijote, la merece no menos por su refinada sátira y el donarie del epigrama en él contenido.En efecto, ¿ podía haber espanto en la grandeza y relumbron teatral del túmulo de Felipe II, para Miguel de Cervantes, que había visitado y admirado las maravillas arquitectónicas de Roma?.