Y llegó, y se irá, el Rocio, ese calambrazo o convulsión de cada año, indudablemente alegre, colorista y sobrecogedor. Profunda y popularmente religioso aunque sus detractores se lo nieguen. Porque para quienes verdaderamente lo sienten, es una manera particular de vivir la religión, desde lo más hondo y devocionalmente mariano que Andalucía lleva dentro. Pero detractores los tiene, …
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